En estos días se ha abierto el debate de la autoridad de los profesores en clase. Es evidente que se ha llegado a un punto de degración considerable en este terreno. Hoy sin ir más lejos, en Madrid, un padre ha agredido a una directora.
Tengo varios amigos que se dedican a la docencia y cuando nos reunimos y nos cuentan estos y otros sucesos, me gustaría pensar que es una película de ciencia ficción, pero no lo es. Sufren a diario agresiones, verbales y físicas, tanto de los niños como de los padres.
La idea de Esperanza Aguirre, de dotar al profesorado con la categoría de "autoridad pública", me parece de lo mejor que hemos escuchado en estos últimos tiempos. No solamente por los problemas que provocan los alumnos con los profesores, sino por el comportamiento que tienen los padres y que evidentemente replican los hijos. Cada vez es mayor la carga de agresividad y falta de respeto a la autoridad que se transmite en los hogares a los niños y el resultado es evidente.
Se debe frenar este problema cuanto antes. De lo contrario, cuando estos "pequeños delincuentes" (como el de la foto), sean adultos serán un serio problema de socialización en la sociedad. Y también se deberían emprender acciones contra los padres, ya que ellos son los primero responsables de la educación de sus hijos.
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