Tras el parón veraniego no sé si he vuelto con fuerzas renovadas o con más hastío, con las noticias que nos levantan cada mañana en el panorama político nacional.
Sobre todo con aquellos a quienes se les llenó la boca con las prácticas que realizaba la denominada "casta" y luego están siendo peores que ellos.
Siempre he defendido que los familiares no deberían trabajar en la misma institución pública en cargos nombrados, por una higiene de imagen. Me parecía mal que no pudieran desempeñar cargos si tenían las cualidades y capacidades para ello, pero la mujer del César además de serlo tenía que parecerlo.
A la "nueva izquierda" (de nueva tiene bastante poco) se les ha llenado la boca para protestar contra esos nombramientos. Y ellos nada más entrar en los Ayuntamientos se han dedicado a nombrar a familiares y amigos para cargos de responsabilidad. Miren señores, si ustedes piden un rasero, al menos, sean coherentes y pónganse el mismo nivel. Pero una vez que se pisa la moqueta debe ser que todo desaparece y la mente se nubla.
Estos nombramientos son solamente una muestra de la hipocresía con la que tratan tanto a sus votantes como al resto de la sociedad. No nos engañemos, tras su defensa de lo público o lo de "todos", la única defensa que quieren hacer y proteger, es de lo "suyo".
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