Este será el último post antes de un receso veraniego que este año se me hace más necesario que nunca.
Tras la constitución de los nuevos gobiernos autonómicos y locales, posteriores a la elecciones del 24-M, hemos venido asistiendo a una serie de toma de decisiones y anuncios en el terreno comercial, ciertamente preocupantes.
Tanto en Cataluña, como en Valencia y Baleares, comunidades que tradicionalmente se han opuesto a la aplicación de la normativa europea y nacional, sobre libertad comercial, se ha dicho que se revisarán los horarios comerciales y la concesión de licencias a medianas y grandes superficies, por no nombrar otros sectores como el turismo.
Estos ataques a la libertad de acción y elección, son la punta de lanza de una intención de estos nuevos gobiernos, un mayor control en la vida de los individuos y las empresas.
No nos engañemos, la teórica defensa del comercio tradicional, con la que disfrazan estas medidas, no es su verdadero fin.
Tener una libertad de horarios, no implica abrir más horas que nadie. Es poder abrir cuando sabes que tus clientes acuden a tu tienda (algo que los pequeños comercios saben muy bien y deben cambiar en su forma de gestión, porque su servicio y atención es mucho más cercano que una gran superficie). No permitir dar licencias de nuevas aperturas con la excusa de un impacto ambiental/urbanístico, esconde controlar cómo quieren que crezcan sus ciudades y pueblos. No quieren permitir que sean los mismos ciudadanos los que quieran cómo sea su ciudad/pueblo.
En definitiva, no quieren que exista la libertad para que se desarrolle la vida de los ciudadanos y de las empresas en un marco de libre de competencia, que aporte un mayor beneficio para todos. Lo que quieren es instaurar el entorno que ellos creen mejor porque no creen en la Libertad.
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