domingo, 3 de mayo de 2020

Ser ejemplo, tener coherencia

Esta última semana de abril ha sido prolija en imágenes para transmitir mensajes políticos desde el bando de la derecha, el PP en particular. 
Dos imágenes carentes de sentido por parte de Pablo Casado (baño y rebaño) que, puestas fuera de contexto, dejan de ser coherentes y no transmiten son la nada. Para lo único que sirven es para dar espacio comunicativo a tus rivales para entrar al vacío de tus mensajes. 
En estos momentos de crisis de salud pública, económica, social y política, la imagen tiene más fuerza que la palabra y en esta semana esa batalla, Pablo Casado y el PP, la han perdido totalmente. Y no solamente eso, sino que el ruido provocado por esas imágenes ha impedido que llegue el mensaje de su palabra y la de otros miembros de su partido. 
Por parte de Díaz Ayuso, inició la semana con una imagen suya tomada en el funeral de La Almudena por los fallecidos por el Covid-19. Tiene que dar las gracias al fotógrafo. Esta imagen la tendrán en su memoria miles de madrileños y españoles de por vida. Una imagen de empatía y que transmitirá ese mensaje siempre, aunque no esté en contexto. Por el contrario, ha terminado la semana, junto Martínez Almeida, en uno de los errores más garrafales de toda la gestión de esta crisis en Madrid, el acto de "apagar las luces" del maravilloso hospital de IFEMA. Enturbiar un éxito como la creación y gestión de esta instalación con un acto institucional "multitudinario" para los tiempos que corren, no ha sido muy acertado. 
Cuando nuestros responsable políticos nos piden unos esfuerzos como sociedad, 50 días confinados para empezar, ellos son los primeros que tienen que dar y ser ejemplo. Este ejemplo tiene que venir acompañado de coherencia en sus mensajes tanto en imagen como en las palabras. Quizá más en las imágenes instalados hoy en día en una cultura comunicacional basada en ellas. 
"El mando debe ser un anexo de la ejemplaridad" Ortega y Gasset

miércoles, 15 de abril de 2020

El Hoyo

Estos días de confinamiento por el Coronavirus hay que llenar el tiempo de ocio que se tiene en casa. Los que me conocéis sabéis que no soy muy de cine español, pero esta vez, tanto por las críticas de la película como por el tiempo libre, me decidí a ver El hoyo
La temática de la misma es de las que me gustan. Hacer pensar al espectador desde la butaca de la sala de cine o desde el cómodo sofá de casa sobre la sociedad en la que vive y su actitud en ella. 
Os la recomiendo, pero viéndola con espíritu crítico y sin sesgo ideológico. Lo más sencillo es pensar en un planteamiento de lucha de clases, etc... Pero hay que verla desde cómo es el ser humano. 
¿Sería diferente el comportamiento de los habitantes de El Hoyo si la estructura fuera transversal? La comida empezaría por un lado e iría pasando de celda en celda igualmente. ¿Llegaría la comida al final? ¿Se produciría esa "solidaridad espontánea"? Creo que todos sabemos la respuesta, NO. 
Esa solidaridad espontánea se produce en el ser humano cuando tiene todas sus necesidades cubiertas y necesita sentirse bien consigo mismo. De lo contrario, hay que imponer la solidaridad, obvio. 
Los diferentes roles que juegan los personajes, responden a clichés sociales, lo que le resta credibilidad, desde mi punto de vista. Mucho mejor hubiera sido saltarse los clichés y hacer roles diferentes, pero bueno... 
Cada personaje te hará plantearte una pregunta de cómo afrontar la circunstancia de la escena. ¿Cómo actuarías tú? 
Lo que si es cierto y se puede sacar como moraleja de la película es, ¡no dejes de fumar!

lunes, 23 de marzo de 2020

Comunicación en tiempos de Coronavirus

Este fin de semana hemos asistido, según mi criterio, a una de las peores gestiones de crisis desde el punto de vista comunicativo por parte del presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez. Su Rasputín particular, Iván Redondo, está perdiendo el toque mágico que decían tener. O quizá, que cuando hay que pasar a la política de acción y hechos, los que solamente se mueven en la política de gestos, están perdidos. 
El Presidente, Pedro Sánchez, ha dado dos comparecencias con menos de 24h de diferencia este fin de semana:

Ambas comparecencias se deberían estudiar en el futuro en las escuelas de comunicación política. 

La comparecencia del 21 de marzo, un desastre. Datos que no importaban a nadie, discurso para gustarse y poner la épica de guerra en marcha. La épica de guerra no funciona en un país como España, donde la población está acostumbrada a una vida muy alegre y sin convencimiento de lo que se les venía encima (de forma general). Muchos datos numéricos de forma desordenada, ningún mensaje claro... No centra el mensaje y la gente se dispersa y aumenta el miedo y la crítica. 

La comparencia del 22 de marzo, la utilizó para anunciar la ampliación del estado de alarma 15 días más. Es decir, cuando el día antes se pasó más de 30 minutos hablando del consumo de internet, de la reducción de los índices de delincuencia, del consumo eléctrico en los hogares... y no para decir que ampliaba o pensaba ampliar el estado de alarma. 

La comunicación en tiempos de crisis tiene que ser muy medida, concreta y que la población la considere útil y tranquilizadora. Quien da el mensaje tiene que dar la sensación de que tiene el control y no que sale porque toca salir, que es lo que pasó.