Nuevamente me paro un momento en el ritmo del día a día para escribir unas ideas en este espacio de diálogo con todos los que con paciencia me leen de vez en cuando.
Esta semana la amnistía fiscal del Gobierno de España está en todas las conversaciones de café de la ciudad.
Para la mayoría de la población la denominación de "amnistía" es lo aceptado y comprensible. El término técnico fiscal no es ni por asomo ese, pero esto sería cuestión de otro post.
Podemos pasarnos horas de café discutiendo si es ético o no. Si es algo que no se debería hacer. Si se debe publicar la lista con los nombres o no. Pero no creo que nos conduzca a nada. Lo que importa y de lo que se ha quitado el foco son los hechos consecuencia de esta ley.
Por primera vez, la Hacienda Pública, tiene controlado el patrimonio de casi todos los españoles con una exactitud jamás antes vista. Esto quiere decir, que desde su entrada en vigor, cada año posterior, se recaudará más tributos porque se conoce lo que cada uno tiene. La evasión fiscal es más difícil.
Se han recaudado casi 40.000 millones de euros que de otro modo, jamás y repito, jamás, se hubieran recaudado.
La lucha contra el fraude fiscal, ha sido y es uno de los pilares de las reformas que ha puesto en marcha el Gobierno del PP. Sí, le pese a quien le pese. Si se conocen los casos que se están conociendo ahora es porque se han puesto leyes y medios para evitarlos y sacar a la luz lo que había oculto.
Con los Gobiernos del PSOE, que anteriormente hicieron amnistías fiscales (1984 y 1991), los que regularizaron su situación con la Hacienda, no tributaron nada y no fue nominal, es decir, no se sabía quiénes eran. Algo muy diferente de lo que se ha hecho ahora por este Gobierno.
Los hechos son los hechos y no se pueden negar. Otra cosa es que el hartazgo de la sociedad le haga mirar a otro lado o no querer reconocer los esfuerzos realizados.
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